Mientras piloteaba su avión de Air Canada Peter Fitzpatrick recibió una advertencia de que el control de temperatura de la cabina de equipaje estaba fallando y comenzaba a hacer mucho frío. El piloto, que viajaba de Tel Aviv a Toronto, preocupado por el único tripulante canino en este lugar, un bulldog inglés, decidió hacer una escala en Frankfurt para que Simba pudiera abordar otro vuelo.
Hubo 232 pasajeros en el vuelo y algunos perdieron su conexión (ups!), pero la aerolínea pudo compensar sus viajes. Al final de cuentas, nada vale más que una vida, sea humana o sea de una adorable criatura peluda.
El dueño de Simba estaba totalmente agradecido, pues muchas mascotas llegan a morir de frío en los vuelos y jamás llegan con sus dueños. “Es mi perro, es como mi hijo. Simba lo es todo para mí” fueron las palabras del dueño :’)
Estamos seguros que con esta nota regresó tu fe en la humanidad.
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